sábado, 12 de diciembre de 2015

UNA NAVIDAD ENTRE LOS AÑOS 60 Y 70

LAS NAVIDADES DE ANTAÑO

9 días antes de la Nochebuena.
Una cocina cuadrada, grande, donde por entonces se hacía la vida, en una localidad aragonesa con un invierno de los crudos. Una estufa de carbón con una arandela alrededor para colocar agua y que permaneciera siempre caliente. Una mesa redonda y tres mujeres: abuela, madre y niña.
Dice la abuela por la tarde:
- Hoy vamos a empezar la novena de la Navidad. 
Saca el librito de tapas negras, tantas veces visto, y comienza a leer capítulos del Evangelio que recuerdan el nacimiento de Cristo. Más rezos y recogimiento. Pronto llegará Jesús a nuestras vidas.

Dice la madre:
- Ya es hora de preparar los turrones de guirlache.
Y las tres quitan las cáscaras a las almendras. Luego en la estufa, en la arandela, se tuestan y a continuación se machacan en el mortero (aún no se conoce la batidora ni la trituradora).
 La madre introduce el azúcar en la perola hasta que esté caramelizado. Luego las almendras trituradas hasta conseguir unir los ingredientes y antes de que se enfríe, en la encimera de piedra, previamente untada de aceite,  se vierte el contenido de la perola y al enfriarse se corta en tiras. ¡Ya está hecho el guirlache!
  El padre compra los turrones que como siempre son: una tableta del duro, otra del blando y otra de pan de Cádiz que es mazapán.   

3 días antes de la Nochebuena.
- Hay que matar el pollo dice el padre.
 y aquí tenemos a la madre sujetando el pollo debajo del brazo y cortándole la cabeza. Mientras la niña llora porque el pollo, tras un año de crianza era ya como de la familia. Pero no queda más remedio. Ha tenido una buena vida y ese era su destino.
   Pero el pollo, tras un año de engorde no era lo que se dice tierno y la madre tres días antes de nochebuena empieza a cocinarlo y cocinarlo.
¡Toda la casa huele a pollo! ¡3 Días cociendo!
  Y por fin llega nochebuena. Ha nevado copiosamente y es suelo está cubierto de una densa capa de nieve blanca y blanda.
  Se prepara el cardo, blanco, lechoso que previamente ha sido envuelto en la tierra y se cocina con almendras y una especie de bechamel.
   Y de segundo.....EL POLLO. Por fin, piensa la niña. El pollo por entonces era un manjar, al menos en las ciudades. Y se come todo, hasta la cresta si era gallo, las patas, que anteriormente eran requemadas y limpias. También se toma el consomé hecho de los despojos del pollo. 
¡Qué manjares! 
Y tras los turrones, el anís y la sidra, el momento por el cual se celebraba todo esto. A las 12 en punto con la pandereta.... Todos a la misa del Gallo. Allí se encuentran con los vecinos, con los tios y los primos, se cantan los villancicos acompañados de panderetas y a la salida todos juntos a recorrer las casas de los familiares más próximos con los que compartir dulces y conversación y los niños poder jugar entre si.

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