domingo, 27 de diciembre de 2015

LA NAVIDAD SEGÚN NINES


Resultado de imagen de imagenes de estufas de carton              Yo tengo una amiga en Madrid, casada con Antonio y con 6 hijos y muchos nietos y que aún así tiene tiempo de escribir y de hacerlo bien.
  Me sigue en mi blog y me autorizó a copiar una poesía parecida a la que yo escribi sobre las navidades de nuestra infancia.
Os la transcribo para que podaís rememorar lo antiguo...

Felices navidades María José y Antonio.
He parado un momento en mis numerosas ocupaciones domésticas, pues no podía pasar sin darte las gracias por el recordatorio que haces en tu blog del pollo de Navidad, cena común en la mayoría de los hogares españoles.
Has conseguido que todos mis sentidos, sobre todo el olfato y el gusto, se hayan puesto expectantes ante el recuerdo del suculento pollo en pepitoria de mi casa. Ese olor y su sabor que he sentido como si fuera ahora mismo, me han traído a la memoria las maravillosas navidades de mi infancia.
Por tanto me permito mandarte una semblanza de las navidades de los años cincuenta en Madrid, en el seno de una familia numerosa y visto por los ojos puros y limpios de una niña con coletas: yo.

Una niña con coletas aparece ilusionada
en el comedor de su casa,
empieza sus vacaciones
oyendo el soniquete rítmico
de la lluvia de millones.

Sueña con que si un premio "cayera"
como se decía entonces,
podría satisfacer
sus pequeñas pretensiones.
Ningún premio nos tocó
pero no sentíamos tristeza,
nuestros padres nos explicaron
que la mejor lotería era la del trabajo,
y de eso no carecían las casas de antaño.

¡Vamos a poner el Nacimiento!,
mis hermanos y yo locos de alegría
corríamos al campo cercano
en ese tiempo los había
pertrechados de cuchillos y cestas
para cortar panes de hierba fresca
donde poder colocar los corderos y las ovejas.

Con las escorias de la calefacción y la hierba  
hacíamos valles y montañas...
Allí poníamos el castillo, en lo alto
aquí colocábamos una casa..,
pastores y lavanderas, Reyes Magos y Herodes
rodeando el Misterio
donde poníamos al "Niño Jesús"
tan bonito y tan pequeño.

Repetíamos su venida año tras año
y  de nuevo celebrábamos que estaba a nuestro lado.
Los niños de mi generación al Belén
llamábamos Nacimiento
pues lo que celebrábamos
era el sabido Misterio
de que Jesús venía al mundo
haciéndose de nuevo pequeño.

El "tío" y la abuela venían a vernos,
que alegría teníamos y cuanto contento,
iríamos al mercadillo de Torrijos
como todos los inviernos
extasiados nos quedábamos
viendo tantas cosas preciosas
que allí contemplábamos,
muñecos, coches y trenes
había por doquier
y nuestra imaginación volaba
ante la posibilidad de tener
estas pequeñas cosas
con las que nos podríamos entretener.


Al final compramos de "Calleja" los cuentos
diferentes eran todos los tomos
así podríamos compartirlos
como buenos hermanos que somos.

La ilusión de la venida se desvanecía
cuando aparecían ambos
con dos pollos, bien cebados,
con los que compartíamos baño
hasta que llegara el día
que su vida finalizaría.

Todavía resuenan en mi cabeza
las palabras amables
que se decían los vecinos
cuando se encontraban en la calle,
¡Felices Pascuas vecina! que pases una buena noche
con tu familia y amigos
y que el próximo año te traiga aquello que deseas
con ahorros y sin derroche.

Así poco a poco llegábamos a la Nochebuena,
las madres adornaban las mesas
con platos y vasos que guardaban en sus alacenas
para hacer honor a las riquísimas viandas
que ponían en las mesas.

El rico olor de la pepitoria y las castañas con anís
impregnaban con su aroma
aquella cena especial
que mi madre y mi abuela se esmeraban en preparar.

Como mi padre ese día llegaba tarde de trabajar
con prisas teníamos que cenar
en aquellas Nochebuenas
tragábamos como pavos los manjares
que conformaban aquella cena
sin poder continuar con los dulces de Navidad.

¡Chicos daos prisa y poneros los mejores trajes
pues nos visita Jesús
que es personaje importante.!

Como todos los años íbamos a la "Misa del Gallo"
celebrada por el "tío"
y también se repetía el beso que al Niño dábamos
y por lo bajo le pedíamos
que estuviese siempre a nuestro lado.

Acaba la misa, un poco dormidos vamos
pero sobresaltados despertamos
al oír esas bellas palabras
que dicen los mayores
cuando nos saludan a nuestro paso.

Éramos felices, felicísimos diría yo,
pues con la venida del Señor
los niños aprendíamos
que lo importante era
lo que siente el corazón: amor.

Amor a nuestros semejantes
pues en ellos se encuentra nuestro Señor,
lo demás es accesorio,
como aprendemos de mayores
pues lo que mueve al hombre
son las buenas acciones.
Mª de los Ángeles Moreno Arribas
                                                                          Madrid

1 comentario:

  1. ME PARECE MARAVILLOSO.-MI MAS SINCERA ENHORABUENA POR TU RINCON.-LO DE JUEVES LARDERO ME HA GUSTADO MUCHO

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