BENJAMÍN, EL ANGELITO TRAVIESO
Erase una vez un angelito muy
pequeñito, el angelito más pequeño que os podáis imaginar. Todos en el cielo le
llamaban “chiquitín” aunque en realidad se llamaba Benjamín.
Benjamín siempre estaba
preguntándole a su mamá:
- Oye mamá, ¿Cómo celebran los niños
la Navidad en la Tierra?
- Por favor mami, déjame bajar a
la Tierra para verlo. Y su madre le decía: No Benjamín, eres aún
demasiado pequeño para ir tú sólo a la Tierra.
- Oh por favor, por favor mamá, te
prometo que no haré nada malo y que volveré enseguida.
Tanto insistió que al final su
madre le dijo:
Está bien te dejaré bajar
a la Tierra a ver cómo celebran los niños la Navidad con la condición de que
vuelvas rápidamente en cuanto pase el día 25 de diciembre.
- De acuerdo, te lo prometo, dijo
Benjamín y se dispuso a hacer todos los preparativos para el viaje.
Al llegar la Nochebuena, el día 24
de diciembre, se despidió de todos y se dispuso a bajar del Cielo. Fue
volando entre las nubes moviendo sus alitas muy deprisa pues hacía un frío……y
es que estaba empezando a nevar.
Se cruzó con los renos de
papá Noel que iban corriendo a toda velocidad surcando el cielo tirando
del trineo y oyó a papá Noel que desde lejos le saludaba:
-¡ Oh! ¡oh!¡ oh! hasta luego chiquitín,
voy corriendo, no me puedo parar pues aún me quedan muchos niños a los que
dejar su regalo.
- No te preocupes papá Noel voy a
casa de unos niños, así que ya te veré luego, dijo Benajamín.
y siguió bajando y bajando
y, según se acercaba a las casas empezó a volar más despacito para ver en
qué casa se iba a meter. Fue volando mirando por las ventanas y por fin se
decidió por una casa en la que vivían dos niños. El mayor se llamaba Felipe y
tenía cinco años y ya era muy bueno y responsable y el pequeño, se
llamaba Adrián, pero en casa todos le llamaban “piquirriqui”. Era muy rico,
pero un poco llorón y caprichoso. Claro, es que sólo tenía tres años
recién cumplidos….
Pero al angelito Benjamín, cuando los vio tan dormiditos
en su cuarto, le parecieron unos niños adorables y decidió quedarse en
esa casa.
Buscó un hueco de la ventana que estaba abierto y por allí se
metió, fue volando volando por el pasillo hasta que llegó a la puerta del salón
de la casa, allí se paró y cuando empujó la puerta para entrar, se quedó sin
palabras: ¡¡¡¡Allí había el árbol más bonito que había visto en su
vida!!! Era tan grande que casi llegaba al techo, estaba lleno de bolas que
brillaban y de luces de colores y abajo del todo estaba lleno de los
regalos que había dejado papá Noel esa noche.
De pronto, Benjamín oyó unos pasos que se acercaban corriendo al
salón y las risas de los niños que venían cantando: 25 de diciembre fun fun
fun. 25 Ya es Navidad!!!.
El angelito buscaba desesperado dónde esconderse para que no le
vieran y no se le ocurrió nada mejor que quedarse muy quieto con las alas
extendidas en lo alto del árbol de navidad como si fuera una figurita más.
Los niños entraron corriendo al salón, seguidos de sus papás y
gritaron: Mirad! Ha venido papá Noel. Mamá, papá ¿podemos abrir ya los
regalos?.
Sí claro, dijeron sus papás, mira en este paquete pone tu
nombre y en este otro pone el nombre de tu hermano.
Los niños abrieron todos los regalos. Papá Noel les había traído
lo que habían pedido y estaban muy contentos.
Benjamín los miraba desde lo alto del árbol sin mover ni un pelo
para no ser descubierto pero, estaba tan feliz viéndoles, que no pudo evitar
soltar unas risitas de felicidad.
Entonces, Adrián, el niño más pequeño, le vió y empezó a gritar:
- Mamá, mamá ese angelito es de vedáaad, le he
visto reírse.
- Pero que cosas tienes, piquirriqui, es un
angelito de cerámica, ¿cómo se va a reír?. Anda sigue jugando con tus juguetes
nuevos.
Sin embargo, los niños al ratito de estar jugando empezaron a
discutir:
- Déjame
el tren.
- No, es mío.
- ¡Eh! no cojas mi patinete, papá Noel me lo ha
traído a mí.
- Mentira que es mío.
- ¡No toques mis fichas que me las vas a
romper!.
- Pues si no me lo dejas, me enfado y ya no
juego contigo y acabaron los dos enfadados, cada uno en un extremo del salón.
- ¡¡¡Se acabó!!! Dijeron mamá y papá
enfadados,
- Ahora mismo vamos a meter todos los juguetes
en una bolsa y vamos a regalárselos a los niños que no tienen casa y papá Noel
no ha podido dejarles nada.
Felipe y Adrián se pusieron a llorar, sus padres les reñían
enfadados y de pronto Adrián se dio cuenta de que le había caído una gotita de
agua en la mano, miró hacia arriba y vio que eran las lágrimas de Benjamín.
Se calló de inmediato y acercándose a su hermano le dio un
besito y le dijo: Perdón!!! A la vez que le dejaba su patinete nuevo.
El hermano mayor, que era muy bueno y responsable, le dio un
super- mega abracito “Crunch” y le dijo. Jugaremos los dos con todo, por turnos,
primero tú y luego me toca a mí, ¿vale?.
- ¡¡¡ Muy bien, hijos, así se hace!!!, dijeron los
papás muy contentos y ahora ¿qué os parece si en esta bolsa metemos los
juguetes que queráis y nos vamos a regalárselos a los niños que no han tenido
tanta suerte esta Navidad?.
El niño pequeño miró de reojo al angelito y vió que le sonreía y
que le guiñaba un ojo y cuando al día siguiente todos andaban como locos
buscando al angelito del árbol que había desaparecido y su mamá le preguntó:
piquirriqui ¿Has cogido tú el angelito que había en el árbol?
- El dijo muy convencido: No, se fue muy contento volando,
volando, hasta el cielo.
Aviso: El cuento no es mío. Lo encontré trasteando por Internet.
Dedicado a los abuelitos y a los padres con niños pequeños. Yo, mientras era maestra siempre intentaba contar cuentos a los niños sobre todo en navidad. A los niños les encantaban. Eso si, procuraba que fueran los reconocidos por la literatura universal (Casi todos están escritos por autores de Centroeuropa): "La Cerillera" " El avaro" " El principe feliz" .
Si os ha gustado....¡Decídmelo! Y os relato otro cuento navideño.
Si os ha gustado....¡Decídmelo! Y os relato otro cuento navideño.
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